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¿Se han preguntado por qué suelen ocurrir cosas más interesantes afuera de la escuela?

Kevin Rodríguez Báez

Exalumno, Promoción 2022

Es así como después de varios meses, las risas y gritos de los patios de descanso fueron reemplazados por el ensordecedor pito de los vehículos, los gritos e insultos de unos cuantos asalariados, que desesperadamente intentan ingresar al transporte público, ellos han de sustituir uno que otro infaltable llamado de atención de algún maestro , es difícil para muchos ver desde las afueras la pequeña casa de techos azules, quien por varios años se convirtió en el sitio ideal para escapar de las realidades familiares de muchos, el centro de grandes eventos deportivos, como micro, baloncesto, el voleibol, incluso los ponchados con botellas aplastadas.

 

La transición de salir del colegio puede ser un momento emocionante y a la vez desafiante en la vida de cualquiera. Después de pasar años en un ambiente familiar y estructurado, puede haber una sensación de pérdida y nostalgia al dejar atrás esos techos azules y contrario a lo que imaginaba sobre la culminación de la etapa escolar esta me demostró que Disney no siempre tiene la razón, y a su gran insignia del “vivieron felices para siempre” le agregué un gran signo de interrogación, comprendí que si bien colegios como el Sabio Caldas procuran poner sobre todo la libertad y la confianza de sus estudiantes, viví en una burbuja genuinamente, pues una vez salí a enfrentar lo que muchos adultos denominan “La vida real” pude notar que ya no era un personero, un estudiante destacado, el presidente del grupo de debate, el estudiante que alguna vez se disfrazó de taxi, ni el más reconocido o como diríamos nosotros los millennials “la sensación del bloque”. Ahora era solamente un Kevin más dentro del sistema, un universitario y ciudadano como cualquier otro... Solamente era materia que si se comprime, expande o extingue no altera ni en lo más mínimo el orden de nuestra cotidianidad en este vasto cosmos.

Y aunque tan solo han pasado unos meses y suene un poco a frases sacadas de cajón, es necesario reconocer que muchas veces vivimos dentro de esta burbuja de un mundo perfecto, en el que tan solo yo y uno que otro amigo; maneja, chantajea u organiza las cosas creyendo que siempre serán como dentro de su imaginativo son. No quiero que mal entiendan mi idea del mundo perfecto. Pues si bien sabemos los problemas y el funcionamiento del sistema, una cosa es la idea que desarrollamos dentro del colegio y otra muy diferente cuando la vives, en este segundo aspecto, te das cuenta que aquella cátedra de lo que llamábamos un “Cucho cansón” pudo ser tan siquiera la más minúscula introducción al análisis profundo de cómo el mundo, las redes o bien sean las ideologías nos han organizado, hemos creado juicios ante aquellas estructuras. Sin embargo, asimilamos que hemos dejado en el olvido aquello que decía Rousseau, Hobbes y Locke sobre el Contrato Social, un acuerdo tácito entre los individuos para renunciar a su libertad natural y transferirla a un soberano, a cambio de protección y seguridad. Según Hobbes, en el estado natural, los individuos viven en una constante guerra de todos contra todos, lo que hace imposible la vida en sociedad. Para evitar esto, los individuos acuerdan renunciar a su libertad y otorgar todo el poder al soberano. Ya en este punto entendemos que, aunque fuimos formados para ser felices y desarrollar nuestro proyecto de vida de la mejor manera, es imposible renunciar al orden mundial, aquellos que trabajan sabrán que, aunque suena cruel, se debe trabajar para subsistir cuando las condiciones socioeconómicas no son las mejores, y aunque el esclavismo no se ve tácitamente, somos conscientes que nosotros mismos somos quienes más nos esclavizamos, para alcanzar un estándar de vida perfecta y realizada. Ahora quienes continuamos con una formación académica vivimos otro duro golpe, en cuanto a ello corresponde que la universidad también puede ser un lugar donde se experimentan cambios significativos en la vida, como la independencia, la responsabilidad y el desarrollo personal. Sin embargo, es cierto que algunas personas pueden experimentar estrés, ansiedad y otros desafíos emocionales durante su tiempo en la universidad. Esto puede deberse a una variedad de factores, como la presión académica, la incertidumbre sobre el futuro, la falta de apoyo emocional y social, y la transición a un ambiente nuevo y desconocido, aunque creemos que a diferencia de la escuela estudiamos algo que realmente nos apasiona y no por obligación, la idea de la perfección y excelencia puede ser un arma de doble filo a todos aquellos que suelen exigirse de manera desmedida, al fin y al cabo como diría André Gide "La perfección consiste en hacer, a través de la propia imperfección, algo más perfecto".

Ya por último sueño con modelos educativos que destaquen las ventajas de incorporar las nuevas tecnologías a los procesos de enseñanza y aprendizaje para mejorar la educación, estructuras acertadas en la inteligencia emocional con maestros que transformen verdaderamente a cada uno de sus estudiantes y les permitan depositar en ellos una semilla de responsabilidad sobre la realidad en la que van creciendo. Sin dejar atrás espacios en los que desarrollen sus verdaderas pasiones, que vean en la escuela la alternativa de alinearse en aquello que los mueve realmente, no por descarte, ni mucho menos por una aprobación cualitativa, donde no se formen zombies que actúen impulsivamente sino por el contrario niños, niñas y adolescentes que lideran y cuestionan hasta el ¿Por qué fuera del aula la vida es menos divertida?

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